El siguiente paso, después de haberte establecido en la postura y de trabajar con la respiración, consiste en abrir tu campo de conciencia o tu atención plena hasta que llegue a incluir todas las energías y sensaciones procedentes de tu cuerpo. Durante la meditación puedes experimentar, en momentos diferentes, una amplia diversidad de sensaciones, como la quietud, la tensión, el bienestar, el picor y, en ocasiones, el dolor. Todas estas sensaciones pueden formar parte de tu meditación, aplicándoles el mismo tipo de atención y respeto que has empezado a desarrollar con la respiración.
Cuando te sientas, tu cuerpo se abre de manera natural. Y a menudo, en esta apertura, adviertes cosas que el ajetreo de la vida te impide ver. No es de extrañar, pues, que al comienzo experimentes sensaciones desconocidas debido al simple hecho de que no estás acostumbrado a sentarte en silencio.
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